La mariposa salió a la luz de ese inmenso jardín, y abrió sus alas aterciopeladas; con ese despliegue, me senté en el banco blanco, debajo del rosal, observando las amapolas rojas, naranjas. Para cuando se posó en una, yo la observé y vi que era una pequeña hada de color fucsia y azul. Sus alas eran turquesas y verde esmeralda y me pareció que tenía un cabello color rojo rubí. La miré, y sus pequeñas patas se frotaban entre sí, con un chisporroteo de brillantes polvos mágicos que atravesaban el aire, con su nácar inmaculado. Alli me quedé, con ella revoloteando sin pensar en nada. Solo en esa calma inesperada y sencilla, y de pronto se me vino a la mente mi madre, que me sonreía desde su sonrisa santa. De esa manera pensé que "Galito", así le decían a mi mamá, era mi hada madrina y llego a visitarme en forma de mariposa. Yo siempre pensé que las mariposas que volaban a nuestro alrededor sin motivos, eran los difuntos, y eran blancas. Eso me enseñaron desde niña y así lo
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