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Día gris y de llovizna en mi ciudad!

Cómo llueve tenuemente en la ciudad yo me pongo a escribir. Siento que escribir me permite expresar mis ideas sin ningún tapujos, sin que nadie me condene o me censure. Por eso me gusta escribir los días de lluvia donde el cielo es una caparazón de plomo cerrada y humo aterciopelado de insectos imaginarios. El olor de la lluvia es algo que me recuerda a mi entrerrios querido, con sus húmedas mañanas, con sus vidrios repletos de minúsculos brillantes líquidos. Ahora se siente el ruido, sistemático, de las gotas cayendo en la vereda, la calle y el techo de la casa que hábito por estos días de otoño. Unas voces de personas caminando bajo la lluvia se escucha a lo lejos, parecen jóvenes saliendo de la escuela. Sus voces son claras y límpidas, brillantes, alegres; si, seguro son jóvenes, se ríen y hacen bromas sobre el clima y la lluvia.  Luego vuelve a escucharse la lluvia que cae, por momentos con mas fuerza. Hay algo de viento que se escucha más tenue en las hojas de los árboles. El cl

LLueve y me pongo a escribir...

Parece que escribir nos ayuda a organizar nuestros pensamientos. Estoy muy confundida y complicada. Necesito poder organizar mis ideas ya que toda la situación por la que estoy pasando me ha dejado como un montón de cosas desparramadas por cualquier lado, apretadas en poco espacio, patas para arriba o puestas sin ningún orden. Esto me provoca desconcierto y fascinación. Desconcierto por la originalidad de lo realizado sin sentido. Parece, a simple vista, una obra de arte que nadie debería desarmar. Y fascinación porque de sólo pensar que todo eso son mis ideas, mis pensamientos, mis inseguridades, mis éxitos, mis conflictos, mis fracasos, mis análisis, mis caminos recorridos, en fin todo lo que soy después de estos largos y experimentados años de la vida misma.