12 Palabras
Son
las doce del mediodía. Hace un calor insoportable. La ventana está abierta y
desde la escalera viene un aire infernal.
Estoy
sentada en la mesa, pelando una naranja, que es mi desayuno preferido por la
mañana, y miro pasar la gente en la costa con sombreros y sombrillas para
atajar el sol. Suena un tango que me recuerda mi querido Buenos Aires. El aire
es tan denso que derrite mi piel en transpiración, y mi alianza baila en el
dedo anular como si se saliera. El cuarto está desordenado y sucio, hay un
frasco tirado en el piso y es posible que ande por allí algún roedor. El tiempo se suspende y parece
un regalo con moño de seda.
Recuerdo
haber escuchado el secreto y desde entonces estoy como en vela. Sin reacción.
Como una viuda sin esperanzas. Por eso, tomo mi talismán y lo apreto fuerte con
las dos manos sobre mi pecho para que todo salga bien y se cumpla mi deseo.
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