No todo es lo que parece
Ayer fue un día muy triste. Lloré y lloré bastante. Hacía mucho que no me dolía tanto el pecho con esa angustia de algo que es emocional. Pero por suerte después pude dormir y con eso se me pasó.
La vida es un sinfín de situaciones que activan las emociones. Algunas son bellas y alegres y otras son tristes, e incomprensibles. Las tristes son las que te dejan en una situación de vulnerabilidad y desequilibrio. Nunca pensé que una acción no realizada, por descuido, o por no darse cuenta, sería tomada de una manera tan negativa.
Aún lo estoy pensando y tal vez es un error mío. Pero si no lo siento así, es difícil que uno pueda racionalizarlo. Pero igual me propongo pensarlo, analizarlo y cambiar en consecuencia.
Miro mi actitud y siento que tal vez también actué así en otras oportunidades de mi vida. Hay que reconocer y tener buena memoria.
La cuestión es que pese a que pongo mucha atención a la comunicación, especialmente con las personas que me interesan, evidentemente no lo logro.
¿Será la barrera generacional, de la que tanto se habla? ¿Será que los caminos se van bifurcando y cada día estamos más lejos aunque vivamos cerca y eso nos confunda?
No lo sé. Solo pienso en tomar distancia y pensar porque algo tan simple puede ser tan importante para uno y tan poco significativo para otro. Habrá que pensar muy bien y analizar lo dicho por ambas, o mejor dicho lo interpretado por ambas de tal manera de poder mejorar este vinculo.
Hoy leí una frase que me pareció muy acertada: “El pasado, ya fue; el futuro no sabemos, pero el presente es lo importante”. Ahí me paro y aunque aún me duele y me parece injusto, seguramente podré transformarlo en un aprendizaje.
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