El tiempo se va pasando

El tiempo se va pasando, a veces lentamente, otras tan rápido que no alcanzo a parpadear. 
Me da la sensación que no puedo cumplir con mis propósitos casi nunca, porque me distraigo con cosas superfluas, pero que me importan, y mucho. Por lo tanto no son tan superfluas. 
Ahora mismo, ya es el medio día, y aún en ropa de dormir, abrigada, porque bajó la temperatura, sigo leyendo y escribiendo sin parar. Me siento rara por no seguir los “mandatos del sistema” que me dice las horas de cada actividad. Pero no tengo hambre ni sed, ni necesidad de ir al baño, cuestiones básicas que siempre me levantan de la silla y me disipan la concentración. Ahora estoy hace más de tres horas escribiendo, leyendo y procesando ideas y proyectos. 
¿Es que sólo me pasa a mí? no, eso es seguro. Tal vez no se reconozcan estas cosas que nos pasan por vergüenza. Es como si uno no hiciera nada de nada, y en realidad haces cosas que te interesan y la pasas bien, por eso te bancas la silla y estar frente a la compu. 
Ahora se me han ocurrido dos ideas para escribir una poesía, según la consigna del Taller Carpintería de Palabras, al que asisto, por lo tanto, me veo en la necesidad de escribirlas y seguir avanzando en ese proyecto del libro de poesías. 
Así que escribo y lo dejo descansar, enfriarse, unos días o hasta cuando tenga ganas, y vuelvo a leerlo. Ya con otros ojos y una mirada crítica, que no tuve antes. Lo repaso, lo leo en voz alta, lo escucho con mi corazón interno. Escucho su sonido, sus significados, sus aportes a la vida misma. Y corrijo, borro, cambio, agrego. Eso me hace sentir muy feliz y plena. Lo vuelvo a leer en voz alta, con la vista, lo sigo con el dedo en la pantalla de la compu. Y si no hay mas nada para agregar, pongo un punto final. 
Así, sin mas. 
Mi mesa de trabajo diario, con mi compu y la luz.









Comentarios

Entradas populares de este blog

Limpiar la Mente

Mi madre me visita en forma de mariposa, pero no blanca, sino multicolor

Recuerdos, olvidos y ficciones de la niñez