Los aviones surcan el cielo en Sauce Pintos

Recordando historias, me acordé de cuándo pasaban aviones sobre la Santa María en Sauce Pintos. 
Mi madre, que amaba viajar, miraba esos aviones con la emoción de un viaje. Pasaban por sobre la casa y a una altura que se los podía ver claramente. En otras ocasiones solo escuchábamos su ruido a la distancia. Pero igual saliamos a mirar. Era un ritual, salir a ver el avión que pasaban. La imaginación se nos iba en ese ruido, y aveces en esa sombra en el cielo, que nos decía que iban personas allí viajando por el espacio. Yo soñaba con esos viajes, y de grande, cuando pude viajar en avión, recordaba esos días de nuestra infancia y las anécdotas con mi madre que tanto le gustaba ver pasar los aviones sobre la casa. 
Pensando en ese hecho, recordaba que mi abuela Leti, también esperaba la llegada del tren y con él, la correspondencia. Ese era un hecho que movilizaba diariamente a toda la familia, pero en especial a la abuela. Ni bien pasaba el “coche motor” ,como le decíamos, nos mandaba a la Estafeta Postal, para ver si había correspondencia. En ese tiempo la comunicación era de ese modo. Imagínense que no había nada parecido a Internet, redes y los teléfonos eran un lujo. De hecho para realizar una “conferencia” con otra persona era un trámite en una oficina. También se usaba mucho el telegrama, que se retransmitía por teléfono, y eso era lo más rápido que se podía y así se realizaba. 
Han pasado cuatro décadas de todo aquello, pero aún puedo recordar cada situación con mucha nitidez. 
La espera de los aviones, algunos días y horarios, era un acontecimiento en mi casa. 
Pasado el tiempo, mi hermano mayor, quién viaja bastante, me contaba que algunas veces, en los viajes en avión, utilizan la Santa María como referencia, ya que está en una altura y se ve muy bien desde el aire. 
Estaba, hace unos días en esa casa emblemática, y de pronto sentí el ruido de un avión. Inmediatamente miré el cielo azul celeste impecable, pero no vi nada. Ahí recordé cuando salíamos corriendo a mirar para ver quién lo veía primero, en aquella infancia en ese lugar mágico. 
De pronto noté que mis mejillas estaban mojadas y con lágrimas rodando por ellas, sin poder detenerlas, y miré al cielo, agradeciendo tantas experiencias vividas allí. 
Hoy, ya mayor, siento que todos esos ritos formaron parte de lo que fue nuestra niñez en Sauce Pintos, con la Santa María como un lugar fantástico y único. No tengo más que agradecimiento por lo vivido allí. 


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