Volver a escribir

Hace varios días que no escribo... 
Tal vez la vorágine de cosas que surgen en el día a día, hacen que uno no se tome ese valioso tiempo de escribir lo que se aprisiona en la mente. Por eso, hoy, decidí hacerlo sin red, directamente en la hoja blanca del blog. Este hecho es significativo para mi. Nunca lo hice, siempre cuidé la forma de escribir y qué escribir. Tengo un gran respeto por mis lectores. 
Hoy es un día gris y de lluvia finita y molesta en la ciudad donde vivo. El cielo  encapotado, siempre me invita a escribir, me da una sensación de intimidad, de espacio privado, cerrado, sensible.
Esta fresco, el aire cada vez está más frío. Después de un verano increíble de lindo, con temperaturas que superaron los treinta grados, y teniendo ese mar azul tan cerca, es un tiempo de paz. Ahora siento que la llovizna se transformó en lluvia fuerte, y escucho las gotas sobre el techo de chapa de mi casa, es una melodía suave, que repiquetea monocorde pero dinámica y me hace escribir sobre el teclado como si siguiera su ritmo. Es estimulador. Me gusta. Aparece y desaparece en una constante de letras sobre la hoja blanca que se parece a un baile de letras movedizas. Esa danza que se produce en el renglón, me parece un ballet y las imagino con sus pasos de baile y la música que suena en el lugar imponente de gente, de ojos expectantes, de oídos atentos a todo. 
Paró de llover, hay más luz entre las nubes bajas y sedosas del cielo. Mis gatitos están acurrucados sobre la ventana, hechos un "bollito" de pelo suave. Su madre, la gata sin nombre, los vigila sobre el zócalo de la puerta.
Las plantas felices de recibir esta agüita del cielo, dulce y natural, explotan con sus ultimas florecillas y verdean con sus follajes lavados y frescos, erguidos al aire tan puro de nuestra patagonia.

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