Recuerdos que se activan





Hoy me interesa poder escribir sobre lo que voy aprendiendo de este arte. 
Escribir, es poder transmitir nuestros sentimientos y observaciones del mundo, con palabras que calen profundo en ese lector que aparece frente a nuestra hoja escrita. 
De pequeña, aprendí a leer temprano, y me enseño mi papá, me gustaba leer las imágenes de los libros de cuentos. Uno que me encantaba era “Buenojito y sus pestañas” 
Era un libro grande con dibujos muy vistosos, con colores fuertes y Buenojito, tenía las pestañas más largas y arqueadas que jamas haya visto. Buenojito era un gnomo. 
De internet rescaté sus versos, algunos los recordaba claramente, otros, los últimos se habían desdibujados, pero aparecieron rápidamente, ni bien leí las primeras líneas. Los recuerdos son una acción muy interesante. No se bien que se “activa”en nosotros y aparecen con una claridad inusitada, detalles que parecían borrados de nuestra mente. 
Solía leerle a mi hermano Javier, que le encantaba y disfrutábamos mucho de esa actividad. 
De niños no teníamos televisión, bah, sí teníamos, pero no se podían ver bien los programas, así que la lectura era la diversión por excelencia en los tórridos veranos de Entre Rios. 
La Santa María nos cobijaba en sus arboles, con el arrullo de sus pájaros, y las siestas se hacían lánguidas al murmullo de las chicharras y los trinos diversos.

Les dejo el poema completo de "Buenojito y sus Pestañas” que tanto nos deleitó de pequeños. 



Buenojito y sus pestañas 

Este duende Buenojito 
tiene al pie de la montaña
Una casa de hojas secas
Con techo de tela araña.

Usa el duende una chaqueta 
Y un sombrerito rojos
Y también largas pestañas 
Milagrosas en sus ojos

Sube y baja, baja y sube
Sus pestañas Buenojito
Y así limpia de rocío 
A su rosa tempranito!

Una noche en la casita 
De aquel duende se metió 
Un ladrón ... Que horror de horrores!
Sus pestañas le robo!

El duende y la mariposa 
Preguntan por el ladrón 
No saben nada las flores 
Ni el conejo, ni el ratón 

Y que fue de aquella rosa?
La rosa se resfrió, 
pero dijo que al ladrón 
Atchis, ella si lo vió!

Las robó la niña fea,
y en sus ojos las prendió.
Pronto entonces Buenojito
A buscarlas disparo!

Vive allí la niña fea
En la altísima montaña.
Sal afuera, picarona,
Devuélveme mis pestañas!

Salió pues la niña fea
Y se las devolvió llorando:
Con ellas no soy tan fea,
y a mi que me gustan tanto!

Sube y baja, baja sube 
Sus pestañas Buenojito,
y así convirtió a la niña 
en Hada de la Montana!

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