La vida pasa rápido y ni nos permite tomarnos una bocanada de aire...por eso hoy decidí hacer un alto y sentir el aire en mi cara, en mis pulmones, y repirar plácidamente mientras camino por el centro de la ciudad.
El sol calienta apenas mi cara, pero el aire inunda mis mejillas y mis pulmones... la ciudad se mueve a una velocidad increíble, yo sigo en paz caminando lentamente por las calles de baldosas rotas y sucias. Ha comenzado la primavera pero aún no se deja sentir...sólo algunos arboles estallan de flores de colores pálidos o fuxias rutilantes. Son los almendros, los ciruelos, los manzanos, tan característicos de esta bella y sureña ciudad.
Ahora mis pasos son más rítmicos, suenan en las baldosas frías como si cantaran un sonido de camino y recorrido. Y llega la laguna con sus aves llenas de vida, volando, nadando e invadiendo la superficie de ondas expansivas de luz.

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